domingo, 17 de enero de 2010

...

No es un temor de saber que hay más allá.
De mirar por la ventana y sentir frío.
Esa hermosa y oscura señorita llamada muerte no logra provocar en mí otra cosa que repugnancia.
Muchas veces me pareció un premio que yo no merecía
y aunque hoy no lo tenga claro, sé bien que no es de mi agrado.
Pero no es miedo lo que recorre por mi sangre al oír su melodía.
Es otro nombre quién detiene mi corazón y corta mi respiración.
De quién no soporto imaginar, ni esperar, no...
Es la vejez a quien temo.
Es a los años sobre un cuerpo desgastado y una mente agotada.
Es a los fallos, los errores que ya no te pueden hacer crecer.
Porque cada segundo que transcurre se acerca más y más
y sé bien que contra el tiempo no es posible ganar.
Lo sé tan bien que es por eso que tiemblo ante la presencia de los años

No quiero olvidar nada. No quiero que las cosas dejen de ser.
No quiero crecer, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero...
no quiero volver a cambiar, no quiero perderlo todo otra vez,
no quiero dejar ningún otro lugar, no quiero huir, no quiero esconderme
No quiero dejar cosas atras, no quiero más recuerdos dolorosos,
no quiero envejecer y olvidar donde puse mis cartas y las fotografías que tomé.
No quiero no poder huir cuando sea necesario...
y lo peor es saber que no puedo hacer nada más que resignarme.
¡pero no quiero!

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